Abogada – Política – Diputada Nacional

DE LOS FESTEJOS DEL BICENTENARIO AL INICIO DE CLASES SIN CLASES

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Festejos múltiples y fastuosos, gastos y sobre todo muchos discursos, fueron el ornamento oficialista para celebrar el Bicentenario de nuestra Revolución de Mayo. La historia fue puesta en el centro de la escena política y también de ella intentaron hacerse los «apropiadores» como lo han intentado con otros símbolos, banderas y recuerdos. Los derechos humanos, la democracia, las Malvinas, entre otros.

Así hasta estos últimos y absurdos feriados que pretenden hacernos creer que les importa. Lo digo respetuosamente. Es justo el homenaje a las batallas de la independencia, como a la abolición de la esclavitud. El absurdo es creer que con ello se rescatan y respetan las tradiciones históricas y el sentido de lo que somos, cuando poco de aquella historia tiene hoy significado para definir conductas. Poco queda del arrojo, el compromiso intelectual, la austeridad y hasta el despojo de nuestros próceres revolucionarios.

Pero es a otro punto al que quiero llegar.

Parto de la justa reivindicación de nuestra memoria histórica para llegar al día de hoy, que pone en evidencia la enorme distancia que separa los discursos de la verdad. El día de hoy, fijado para el inicio de las clases escolares deja al desnudo esa verdad de manera tan cruel como ha corrido el velo que quieren, tape las mentiras.

Las aulas vacías por la falta de resolución del conflicto con los docentes es la patética expresión de lo poco que importa a los ideólogos de los festejos, el verdadero sentido de la historia puesta en clave de presente y de futuro. O sea, lo que no importa es la educación.

Si el acceso al saber, al conocimiento, ocupara un lugar prioritario en la agenda del Gobierno (o de los gobiernos) no se estaría nuevamente (otra vez, otro año más) tensando la cuerda sin habilitar la negociación con los gremios con el tiempo suficiente para alcanzar el resultado sin poner en riesgo, sin frustrar, el comienzo de las clases.

Ya no hay explicación posible de razones por las que la búsqueda del acuerdo no se realiza en los meses previos a esta fecha.

Pero lo cierto es que, por debajo o por delante del debate salarial, lo que existe, una vez más, es la cuestión de fondo que tanto viene afectando a la Argentina tanto como a los argentinos: la inflación. Este impuesto injusto, regresivo, ilegítimo que nadie vota. Que se pretende esconder con números mentirosos pensando en mezquinas especulaciones económicas y financieras para el estado, causando perjuicios a todos aquellos que sufren en la vida cotidiana, en sus salarios, en la pequeña compra, en la imposibilidad de ahorro y en la reducción de su consumo, la depreciación de la moneda.

Pensar que las acuñan cada tanto para hacer más visible el acto de homenaje. Pensar también que han bastardeado la impresión de la moneda en negocios oscuros a los mas altos niveles del gobierno.

Pero no me quiero apartar del punto en el que estaba.

Las mentiras para negar la inflación también impactan en la discusión de los salarios, en especial en el de los maestros, de las categorías de trabajadores más castigados y más exigidos por la trascendencia del papel que les cabe en los cimientos de la nación y del futuro.

La concentración y discrecionalidad en el manejo de los recursos públicos federales cierra el círculo vicioso cuyas consecuencias pagan los chicos que hoy perdieron el inicio de sus clases. En un país que no ha resuelto la inclusión impositiva de los ganadores de la patria financiera. O en una provincia que malgasta y no gestiona.

Argentina tiene la mejor ley de financiamiento educativo de América Latina, que dispone de un buen porcentaje del presupuesto para la enseñanza. Sin embargo, las pruebas, resultados y la baja de los incentivos en los jóvenes para permanecer en la escuela o la universidad, dan muestra de los serios problemas en la asignación y control sobre esos recursos. Y la necesidad de los docentes de discutir la dignidad de su salario, sumada a las urgencias gubernamentales de silenciar la protesta, siempre postergan el debate de fondo sobre calidad, contenidos y el encuadramiento de la educación pública dentro de un proyecto de país.

Una vez más las clases no empezaron y no se sabe al día de hoy cuando los chicos podrán estar en el aula. La imprevisión, la insensibilidad y la mentira. Todo lo que bien saben tapar con las luces del festejo. Si ya deben estar preparando algún aniversario para hablarnos de Sarmiento.