Edición impresa Columnistas 01.09.15
MARGARITA STOLBIZER
Diputada y candidata presidencial por el frente Progresistas
La situación del país requiere de una conducción política y económica diferente de la que tenemos. Hoy el equipo liderado por el Ministro Kicillof, carece de estrategia y plan económico. Hay que abordar las cuestiones propias de una coyuntura con sus complicaciones de urgencia, pero también hay que plantear una mirada de mediano plazo para recuperar sustentabilidad y previsibilidad.
La buena noticia es que los que están gobernando se van. No advierto chances de continuidad para un gobierno que cuenta con un rechazo superior al 60% de la población. Y por eso mismo es que el próximo turno electoral es propicio para que votemos con libertad, sin enojos ni miedos. Ya vendrá la segunda vuelta para hacerlo solo entre dos (el que guste más o el que parezca menos malo). En la primera quedará conformado el futuro Congreso. Y ahí se requiere de una pluralidad que imponga diálogos y consensos, que ponga freno a la mayoría de cualquier triunfador. Pero especialmente el futuro parlamento necesitará de la presencia de una fuerza progresista que dé una firme batalla por la igualdad y por la decencia.
¿Qué es lo que esto implica? Frente a la inflación, un gobierno decente es el que reconoce, acepta, no tergiversa las estadísticas. Y será igualitario si tiene políticas para revertirlo, pensando en los derechos de las personas, de los más humildes como los principales afectados por indefensión frente al desfasaje de los precios.
Sin embargo, los problemas principales de la Argentina están más bien ubicados en el mediano plazo. Porque se han desperdiciado condiciones y oportunidades para preparar el camino hacia una economía que ponga acento en la necesidad de hacer más equitativo el esfuerzo contributivo hacia la renta general, tanto o más que la justicia que debería existir en el plano de la distribución. No se puede seguir con políticas sociales que apenas intentan compensar la desigualdad económica y abandonaron hace rato la educación de calidad y el trabajo digno como los pilares de sostén de una nación donde todas las personas tengan las mismas posibilidades de progreso.
Claro que es necesario abordar las urgencias, de las que somos advertidos en cada informe sobre las condiciones de exclusión de millones de compatriotas. Claro que es importante bajar la inflación, frenar la caída de reservas y resolver las cuestiones pendientes en el plano internacional. Pero necesitamos abordar de manera más profunda las causas de nuestros conflictos: discutir nuestra matriz productiva, nuestro sistema impositivo, la estructura educativa y laboral. ¿Como ser más competitivos? Esto no se resuelve solo desde la economía. Hay que desarrollar un concepto integral y sistémico, que implica como parte de la concepción del estado, moderno y transparente, una competitividad basada en el respeto por las institucionales, las reglas, la independencia de la justicia, la vigencia del sistema federal, la innovación y la inversión en cultura, educación, ciencia y tecnología. Seremos competitivos si nos respetamos para que nos respeten.
El próximo gobierno debe asegurar una administración eficiente, transparente, controlada, que ponga de manifiesto sus capacidades y técnicos y profesionales al servicio de una gestión que no puede estar desvinculada de un proyecto con ideas. Si la gestión no se sostiene en las ideas, lo que impera son los negocios. Y el relato.
Progresistas es hoy una opción parada claramente frente al gobierno. Mostramos nuestra capacidad de indignación frente a lo que está mal. No nos pasa inadvertida la corrupción, ni el fraude, ni la pobreza. Y en ese sentido, para defender los derechos ciudadanos y las libertades públicas nos comprometemos a sostener un programa de gobierno y buscar acuerdos en el marco de nuestra identidad y a favor de la Nación.