Si bien reconocemos el avance de la Asignación Universal por Hijo (AUH) en materia social, advertimos también sus límites para la superación de la pobreza y la marginalidad social. La enorme distancia entre la riqueza creada estos años y el progreso social se ve dramáticamente en la realidad de nuestros chicos: 4 de cada 10 es pobre, 1 de cada 10 es indigente, 1 de cada 5 vive hacinado en una vivienda precaria, 1 de cada 2 no te cobertura de salud, 1 de cada 5 tiene hambre. La primera prioridad, por el presente de nuestros chicos y el futuro de la Argentina, es cambiar esto.
La falta de abordaje integral en la política social corre el riesgo de reproducir la pobreza, lejos de combatirla. Si bien significa una política superadora respecto de programas sociales anteriores, aún se advierte el predominio de un enfoque de gestión del riesgo que en lugar de erradicar la pobreza, pretende administrarla.
1. Para Progresistas, las políticas sociales son una herramienta clave para la promoción de la igualdad y la construcción de una sociedad más justa. Por eso proponemos establecer un acceso igualitario a los derechos sociales integrando componentes contributivos y no contributivos en el sistema de protección social y expandiendo los sistemas públicos de educación, salud y servicios sociales sobre bases universales. Si bien entendemos que las transferencias monetarias masivas son uno de los mecanismos de la política social para garantizar los derechos sociales, para nosotros el otro gran instrumento son los servicios sociales de acceso universal al cual asisten transversalmente todas las clases sociales.
2. Proponemos una verdadera universalización de la Asignación Universal por Hijo. Será destinada a los menores de 18 años, independientemente de la condición laboral de los padres. Buscamos un esquema de protección social a la niñez más homogéneo, universal y justo, que no diferencie a las niñas y niños pobres de los ricos al poder condicionalidades que son una penalidad a la pobreza. En nuestro país no habrá ciudadanos de primera y de segunda.
3. La AUH no es universal. Para el Gobierno, algunos niños, niñas y adolescentes no tienen derecho a ningún beneficio. Porque el sistema pone en práctica una asignación indirecta al trabajador y no al niño que debería ser el sujeto a tutelar en sus derechos fundamentales. Es moralmente cuestionable el supuesto que se esconde tras las condicionalidades: la gente pobre tiene que dar algo a cambio por lo que recibe (idea de «pobres merecedores») cuya contrapartida es el control social que necesariamente deberá ejercer el estado para corroborar que los pobres se merecen ese beneficio que están recibiendo a fin de legitimar su política de cada a los sectores medios y altos. La AUH no está protegiendo a la niñez sino que está otorgando un beneficio a los informales y desocupados y reconociendo su impotencia en combatir los altísimos niveles de empleo no registrado y el aún elevado nivel de desocupación y subocupación
4. En el caso de al AUH, los beneficiarios reciben el aporte con una quita del 20% el cual se reembolsa cuando demuestran haber cumplido con las contraprestaciones de educación y salud de los menores a cargo. Quiero hacer notar que este requisito se implementa de modo diferente para los beneficiarios de las asignaciones familiares ya que estos cobran el beneficio completo.
5. Unificaremos a los tres colectivos de menores de 18 años: los que perciben un descuento en el impuesto a las ganancias de sus padres, los que están contemplados en las asignaciones de los trabajadores formales y los colectivos actualmente incluidos.