En los estudios de InfobaeTV, la diputada del GEN analizó la situación social actual, se refirió a los últimos casos de corrupción y habló del rol de la mujer en la política
-Estás teniendo mucho trabajo…
-Sí, mucho. Uno pensaba que para esta altura el ambiente iba a estar más tranquilo pero hay mucha actividad judicial, a pesar de la feria, y también hay mucha tensión en la calle. La gente también está en ebullición y tiene que ver con el clima que ve ante la aparición de estas imágenes tan terribles de los millones de dólares que parece que se caen de la caja de seguridad y el ex funcionario con los bolsos de dólares en el convento. El aspecto bueno es que la gente recupera su capacidad de indignarse pero el riesgo es que hay cada vez mayor desconfianza en la política. Yo creo que es nuestra responsabilidad reconstituir ese clima de confianza que debe haber en una democracia sobre las instituciones. A esto se mezcla una situación social en tensión producto de la debilidad que uno ve en las decisiones del gobierno frente a la brutalidad de los ajustes de las tarifas. Parece que siempre hay motivo para que la gente esté inquieta.
-¿Cómo se hace para tener confianza en la Justicia?
-Yo creo que todos tenemos la obligación de reconstituir la confianza de la sociedad en sus instituciones democráticas. Pasa lo mismo en la política, nosotros somos representantes delegados de la voluntad popular, y la verdad es que tenemos un nivel de prestigio bajísimo. Entre todos debemos hacer un esfuerzo para ir reconstituyendo los marcos de control estatal y público, la participación de la sociedad en el control, el acceso a la información pública, las auditorías frente al funcionamiento de la Justicia que se ha dispuesto, por ejemplo, en el Consejo de la Magistratura. Y además, la obligación de los funcionarios de rendir cuentas de sus actos y su gestión.
-¿Cómo se puede terminar con la corrupción si quienes tienen que llevar a cabo el proceso también son corruptos?
-Hay que, primero, tener la decisión política de hacerlo, y creo que esto es una cuestión de ejemplaridad, de orden y disciplinamiento. La transparencia como práctica y elemento fundamental de la gestión. Este gobierno debe hacer un esfuerzo para diferenciarse del anterior sobre todo. A mí me genera cuestionamientos cuando veo que han reciclado funcionarios y terminan estando los mismos que antes, o que se siguen utilizando las mismas prácticas. Vengo de una reunión con trabajadores del hospital Posadas y resulta que el perverso y corrupto sistema de compras sin licitación sigue siendo exactamente el mismo. Es un hospital que tiene un presupuesto de dos mil millones entonces no puede haber un abandono al manejo de que cualquiera vaya y haga lo mismo que los que estaban. Ese dispendio de recursos públicos es lo que le falta a la gente cuando tiene que acceder a una buena atención sanitaria, a la seguridad que tiene que tener un hospital para que no haya riesgos de infecciones, etc.
-Los políticos gastan más dinero en mostrar lo que hacen que en el hecho mismo. ¿Cómo se hace para que entiendan que eso es su deber?
-Nosotros lo veíamos mucho con Scioli en la provincia de Buenos Aires, que gastaban más en la publicidad, por ejemplo, de una incautación de drogas, que en lo que había sido efectivamente incautado. Todo estaba armado muy en torno a las estrategias de marketing. Este es un gobierno que también depende demasiado de las encuestas, del marketing permanente y de lo que la gente está esperando. Eso es lo que hace que se cambien los discursos. Yo creo que no se puede vivir tan pendiente de estas cosas, también creo que el cambio ético y cultural que la Argentina necesita se tiene que dar desde la propia sociedad. El político no es distinto del pueblo al que representa.
-¿En qué cabeza cabe poner por delante de la salud y la educación el Fútbol para Todos?
-Esa es una de las prácticas a las que yo recién hacía referencia porque continúan. Parece que miran en las encuestas, es popular, entonces la cosa no está mal. Ojo, hay que diferenciar, la gente no quiere que se ponga la plata que se está poniendo pero nadie quiere renunciar a ver el fútbol. Hay que buscar un mecanismo para que la gente pueda mirar los partidos, pero que la publicidad sea sostenida por cantidad de empresas privadas, como en todo el mundo, que realmente lo financien.
-Y si no lo financian, que no se haga, entonces…
-¡Claro! Hay que definir la agenda de prioridades que tiene que tener un país con 12 millones de pobres y atender primero las necesidades de esos grupos. Estamos en la obligación de empezar a pensar en esas cosas que muchas veces no dan réditos a corto plazo. Pero son imprescindibles mirando hacia adelante. La educación es lo más importante. Las posibilidades de crecimiento y desarrollo de un país tienen que ver directamente con qué tipo de educación estamos dando, y eso es en lo que hay que invertir.
-En muchos intelectuales que adhirieron al gobierno anterior se vio una justificación de la corrupción. ¿Cómo se enfrenta eficazmente la corrupción cuando la misma sociedad «acepta» que la corrupción siempre existió o que «roban pero hacen»?
-Primero que el tema es valorar la corrupción no como simple moralina sino realmente por los costos económicos, sociales y humanos que tiene. Vamos contra la corrupción fundamentalmente por eso. Segundo, la lucha contra la corrupción no es una lucha hacia atrás para perseguir porque siempre tenemos un Estado que está atrasado y lo que se necesita es prevenir para que no nos vuelvan a ocurrir las mismas cosas. Para eso, valen las instituciones, que son las reglas de juego que todo el mundo debe respetar. Las reglas tienen que estar, tienen que ser iguales para todos y todos tienen que someterse a ellas.
-Pensando tu rol, el de Lilita, el de Zuvic, y por el otro lado, el de Cristina, ¿sentís que la mujer ha ganado lugar en la política?
-Creo que hay un avance muy grande de las mujeres en los espacios de los protagonistas de la política, sin embargo sigue existiendo una brecha muy grande. Son pocas, casi excepcionales, aquellas que llegan a partir de un reconocimiento propio, que las muchas que llegan al Congreso, por ejemplo, a partir de una ley de cupos o de cuotas, donde los que deciden quiénes son las que van siguen siendo los varones. Hay que tener cuidado con eso, y lo otro es que sigue habiendo una brecha muy grande entre el avance de la condición jurídica de la mujer y todavía ser una sociedad en la que una mujer muere cada treinta horas como consecuencia de la violencia de género.