Como lo vengo planteando desde hace tiempo, hay una primera línea de preocupaciones que varios compartimos en relación al vacío que se observa de un marco institucional que ofrezca garantías a los ciudadanos respecto de un presente y un futuro que requieren de certezas que hoy no tenemos.
Un país para producir, crecer, desarrollarse y generar empleo, necesita siempre, como incentivo principal, ese marco institucional, esas reglas mínimas que hagan previsible el contexto de las relaciones sociales como económicas.
La falta de división de poderes, y hoy especialmente la perdida de independencia de la Justicia, constituyen elementos que muestran el deterioro institucional de esta etapa kirchnerista.
Pero también es cierto que este predicamento en favor de la república y el estado de derecho, no encontraba mucha acogida en una sociedad que se movía con tranquilidad en distintas escalas del consumo, son poca capacidad (o voluntad) de mirar hacia los muchos que todavía se encuentran en la pelea por la mera sobrevivencia.
Argentina ha crecido en los últimos años, gozando de las mejores condiciones internacionales por el precio de lo que producimos en grandes cantidades. Eso también ha dado excelentes condiciones de poder y gobernabilidad, primero a Néstor y luego a Cristina Kirchner.
Pero la falta de previsión y ahorro, como en la familia, también en el país, hacen crujir los mejores cimientos cuando llegan los tiempos más difíciles.
Así es como hoy agregamos a aquella línea de preocupaciones, la que tiene que ver con el rumbo de la economía, y con su impacto económico.
La inflación golpea desde hace tiempo sobre los sectores asalariados, como sobre los cuentapropistas, sobre los medios y especialmente en los más pobres y desprotegidos. Pero hoy este conflicto agravado por la mentira y la pérdida de estadísticas oficiales confiables, cedió ante la desaceleración del crecimiento económico.
Frente a ello, las peores respuestas muestran la improvisación de un gobierno que no estaba preparado para un tiempo de vacas flacas. Y que ha confundido el manejo de lo público y lo privado, y se canso de hacer negocios desde los recursos y el poder del estado.
La falta de una mirada estratégica sobre el mundo y sobre las condiciones que ese contexto ofrece -y exige-, son una limitación para nuestro crecimiento y desarrollo.
Mientras escribo esto, me llama la atención una frase de José Antonio Díaz en el programa de Alfredo Leuco: «El gobierno ya no habla de la ECONOMIA real. Habla del modelo o de cualquier otra cosa!»
Y esto es justamente a donde iba con mi apunte de hoy -que, como siempre, se termina haciendo más largo que la aspiración (o inspiración) inicial que lo motiva-.
Aprovecho este momento extraordinario para retomar mis Apuntes o Comentarios…
Por qué habría de ser éste un momento extraordinario, cuando son las 5 de la tarde en Buenos Aires del viernes 14 de septiembre?
Porque yo estoy en el Polo!!! si, acabo de abrir mi ventanilla del avión de Aerolíneas, y de manera muy nítida se veían los hielos polares. Un paisaje único, espectacular. Se alcanzan a ver también algunos témpanos y el capitán dice que son del tamaño de la cancha de River!!! Monumental!!
Estamos rumbo a Brisbane, con escala previa y cambio de avión en Sydney.
Llego a Australia, en el continente oceánico, por primera vez.
Venimos a participar, -mediante una Beca otorgada por la Universidad Tecnológica de Queensland-, de un Seminario sobre Fortalecimiento de las instituciones democráticas, liderazgo, vínculos y participación con la comunidad.
No tengo duda que será una gran experiencia. Esta Universidad (como otras de Australia) está calificada entre las mejores del mundo.
Es la primera vez que me ausento de casa y me separo de la familia durante tantos días. Trataré que lo que vaya a aprender y a llevarme como experiencia y conocimientos, compense esta ausencia.
Viajamos 9 políticos RAP, junto a Mercedes, del staff de la fundación.
RAP (Red de Acción Política), tiene como objetivos:
Fomentar la amistad cívica entre los políticos de diferentes partidos, promoviendo el respeto, el diálogo, la construcción de consensos;
Reparar y fortalecer el vínculo de la política con la sociedad, y estimular las acciones comunes entre el sector público y privado;
Mejorar la calidad de la política, de la representación democrática, colaborar a hacer más eficaces nuestra acciones.
No parece poco, verdad?
Puedo asegurar que en cada actividad de las que he participado, organizada por RAP, estos objetivos se cumplen. Y no dudo que ésta será una nueva oportunidad.
Viajamos juntos: Laura Sesma (CC de Córdoba), Rodolfo Ocaraza (PJ Tucumán), Pablo Kosiner (FPV Salta), Ricardo Spinozzi (PJ Santa Fe), Carlos Aguinaga (PD Mendoza), Natalia Gambaro (PJ FDN Buenos Aires), Paula Bertol (PRO Capital) y Silvana Giudice (UCR Capital). Bien plural, sin duda!, pero además con buena representación federal y del género.
Todos llegaremos a Australia, con ansiedades y expectativas sobre lo que vamos a conocer y a recibir como un insumo que procuraremos luego llevar a nuestro país para intentar mejorar nuestras acciones individuales y colectivas en la vida política local.
Mis compañero/as de grupo se caracterizan por sus calidades profesionales, políticas y humanas. Sobrevuela en nosotros respeto y buena onda. Claro que nuestras diferencias subsisten y que ya en las reuniones previas en Buenos Aires, el debate se tornaba fuerte, marcado y dinámico. Pero hay líneas que cruzan a lo/as político/as RAP y tenemos un objetivo común y compartido: mejorar. Así es como debe ser. No se trata de uniformar el pensamiento, ni de eludir el debate. Mucho menos de imponer ideas de unos sobre otros. Sino, de intentar en conjunto elevar el nivel de la disputa y nunca dejar de lado los principios éticos que deben inspirar nuestra representación popular.
Aprovecho entonces estas aclaraciones para reflexionar sobre lo que hemos visto ayer: esas repetidas imágenes de las manifestaciones sociales en distintos puntos del país, pero especialmente multitudinarias en la Capital.
Es necesario hacerlo, tomar registro de lo que está pasando.
No se puede disimular o ser indiferentes frente a un enojo y un reclamo cada vez más generalizado. Ni tampoco creo en la apropiación de ese mensaje ni de ese colectivo de personas que demandan.
Cada cual debe hacerse cargo de la parte que le toca.
Principalmente es el Gobierno quien debe tomar cuenta. Están a solo meses de haber asumido esta nueva gestión y la gente manifiesta cansancio. Tienen tiempo de cambiar. Y están obligados a hacerlo, reiniciar otro rumbo, saber escuchar. Tienen que bajarse del pedestal de la soberbia adonde se subieron después de la elección (con algún grado de legitimidad, claro), para no caer con más rapidez de la que tardaron en llegan arriba.
No teníamos hace meses los conflictos que ahora cruzan el reclamo. Otros que sí existían, como la inseguridad, se han agudizado, con mucha más violencia de todo tipo: cada día son más las personas víctimas de delitos y de manera particular la violencia se expresa contra las mujeres como víctimas de crímenes que trascienden la esfera de lo doméstico.
Las personas empiezan a sentir que este Gobierno niega derechos. Los sectores más desfavorecidos son espectadores de la riqueza injustificada de cuanto funcionario tiene el kirchnerismo, sin poder acceder a cuestiones elementales para vivir con dignidad. Otros tanto, advierten sobre las restricciones a sus libertades, y temen que todo ésto las vaya achicando cada vez más.
En una Nación como la nuestra, donde supimos lo que significó el avasallamiento de los derechos y las libertades, y cuánto (y cuántas vidas) nos costó recuperarlas, no estamos dispuestos a que nadie nos lleve por delante. Clausuramos el tiempo en que otros pensaban por nosotros y decían lo que necesitábamos o lo que nos concedían.
Claro que también la oposición tiene que saber leer el mensaje de estas movilizaciones. Existe ahí un grito desesperado que busca un liderazgo, una luz, una propuesta de cambio.
Muchos demandan la unidad del espacio opositor. Esa unidad solo puede ser entendida como unidad de acción para defender esos derechos y libertades, para establecer acuerdos de gobernabilidad futura; pero no es posible traducirla en acuerdos electorales ni en objetivos comunes «para ganar o derrotar a los que están». La respuesta nunca puede ser unívoca. Tenemos diferentes proyectos de país; reconocemos caminos distintos para avanzar en los cambios que la Argentina necesita. La reacción frente a la libertad y frente a los derechos no es la misma, aún cuando todos podamos tener como bandera la defensa de la Constitución y de sus instituciones.
Y la sociedad en su conjunto debe entender que la pluralidad sigue siendo un pilar fundamental de la Democracia.
Pero más allá de las responsabilidades con que Gobierno y oposición deben leer lo que ha pasado ayer para actuar en consecuencia, es la ciudadanía la que tiene en sus propias manos la principal herramienta de cambio: su voto. No hay otra forma ni otro tiempo para hacerlo. Y allí, entonces, es cuando se verá efectivamente cuánta voluntad se junta para recuperar los valores éticos y la sensibilidad social que deben orientar siempre la disputa de la política.
En eso estamos desde el FAP, construyendo una alternativa política de cambio, donde la pelea no sea solo para sentarse en el sillón que hoy tiene otro, sino para recuperar una cultura política cruzada por los valores y principios que nos dan identidad: la justicia en la distribución de la riqueza, la educación y el trabajo como motor del desarrollo; y la Política como la ética de lo humano y colectivo.
Bueno, voy a ver si me duermo un rato. El viaje es largo y ha sido largo mi primer apunte. Seguimos…